Tras la guerra, los vencedores son implacables con los derrotados. En el Alto Palancia Franco venga el descalabro sufrido por sus fuerzas en la Batalla de Levante.
El franquismo instaura eficaces instrumentos de represión: Campos de Concentración, los Consejos de Guerra Sumarísimos, que se saldan con más de 60 fusilamientos en la comarca, las cárceles, el exilio, la incautación de bienes, la depuración laboral o el exterminio del maquis, la guerrilla antifranquista que actuó hasta 1952 por los montes de la comarca, entre Espadán y la Sierra de El Toro.
Finalizada la contienda, gran parte de los soldados son apresados o se entregan voluntariamente confiando en la indulgencia de los vencedores.
Apresuradamente, junto a la línea XYZ, se abren Campos de Concentración en los que encierran a los combatientes del bando republicano, se tiene testimonio de la existencia de Campos en Soneja, Sot de Ferrer, Pina de Montalgrao, El Toro, Jérica y Azuebar.
Las condiciones en estos Campos, creados para el hacinamiento de detenidos, son inhumanas, la gente no solo muere fusilada, muere de hambre y de frío, palizas, enfermedades y epidemias. Pronto se convierten en un sistema esclavista encargado de castigar a los enemigos del régimen y garantizar una mano de obra barata y sumamente dócil, los “Batallones Disciplinarios de Soldados Trabajadores”.
Miles de españoles trabajan gratuitamente, de sol a sol, casi sin alimentación, empleando herramientas muy rudimentarias son obligados a excavar y remover miles de toneladas de tierra para obras públicas o en faenas agrícolas de terratenientes afines al régimen, era la “Redención de Penas por el Trabajo”.
El salario que cobraban los prisioneros, era de 2 pesetas diarias (0,01 €), que se las queda el Estado en concepto de manutención.
La represión fue física, psicológica e ideológica, tanto para los presos como para sus familias, los intereses en esta explotación de prisioneros y presos políticos no son sólo económicos, ensayan con ellos mecanismos de adoctrinamiento y control social que posteriormente aplican al conjunto de la sociedad española. El régimen franquista se cimentó sobre la violencia y los campos funcionaron como herramienta de control social, a través del terror que generaban en la población.
La represión durante la Guerra Civil, en cifras estimadas, es de 50.000 personas asesinadas en la retaguardia de la zona republicana, 100.000 en la retaguardia de la zona sublevada, unos 50.000 fusilamientos en la represión franquista tras la guerra, 400.000 presos en campos de concentración, más de 250.000 en prisiones y unos 450.000 españoles empujados al exilio, en su mayoría, en campos de concentración franceses.